Desde las raíces más profundas de Yecla, emerge una historia de pasión, tenacidad y visión. María José Ortiz no solo desafió las convenciones, sino que redefinió el arte de la MODA con mayúsculas, su tenacidad inquebrantable y su amor innato por la costura.
Creciendo encima del zumbido de una máquina de coser, alimentada por la sabiduría de su abuela, María José descubrió un mundo de telas, agujas y patrones que despertaron en ella un sueño: ser diseñadora de alta costura. A pesar del desaliento inicial de su entorno, que no veía con buenos ojos su interés por la moda, María José persistió. Enfrentó la oposición familiar, quien inicialmente se resistió a apoyar su sueño de convertirse en diseñadora de moda.
Su viaje en el mundo de la moda no fue una línea recta, sino un curso de determinación forjado en la adversidad, lo que se convirtió en el fundamento de su marca, donde la exclusividad y la accesibilidad se fusionan en un crisol de amor y dedicación. Determinada a seguir su pasión, María José desafió todas las expectativas; visualizó su futuro con una claridad deslumbrante: una tienda repleta de sus creaciones, un lugar donde encontraría su verdadera felicidad. A pesar de los infortunios, decidió emprender su camino desde cero y tomar las riendas de su propio destino.
Esta valiente elección no vino sin sacrificios; se encontró embarazada, asumiendo riesgos enormes y desafiando las expectativas sociales para lograr sus sueños. A pesar de la aparente comodidad que ofrecía su posición en
la empresa familiar, María José sabía que su verdadera pasión no estaba allí, sino en el diseño y la creación, lejos de la sombra de su apellido.
María José continuó su búsqueda por la realización de su sueño. Luego de completar sus estudios de moda en Valencia, finalmente pudo comprar su primer local en Yecla. Sin embargo, su viaje no estuvo exento de desafíos. En un giro sorprendente, sufrió un ictus debido al estrés. El ictus la dejó paralizada y sin la capacidad de hablar. Con una fuerza interior imponente, María José decidió coser, incluso desde el hospital. Luchó por su recuperación y desafió la posibilidad de una recuperación total. Sus palabras son un testimonio de su determinación: “Me hice una promesa: volver a estar sana a través de la medicina y, sobre todo, de mi ilusión”. A pesar de los diagnósticos sombríos y las difíciles circunstancias, María José mantuvo la fe en su capacidad de sanar y recuperar su vida.
Con una mente llena de visión y determinación, su recuperación incluyó no solo el habla y el movimiento, sino también su pasión por el diseño de moda. Su resiliencia la llevó a visualizar su futuro: una casa en Madrid, un taller de ensueño donde cada vestido se convierte en una joya y la satisfacción de ver a las mujeres emocionarse con sus creaciones. En el presente, esto es ya una realidad. En su atelier, María José vive y respira cada vestido. Su energía positiva fluye en cada puntada y cada detalle. Aunque sus diseños pueden ser costosos, no limitan el acceso a quienes sueñan con lucir un vestido suyo. Desde mujeres con un gran poder adquisitivo hasta aquellas que ahorran para poseer un Cándidas, cada creación de María José trasciende el valor monetario y se convierte en una fuente de felicidad y unión con sus clientas.
Sus logros no se limitan a la alta costura, trabaja con un elenco impresionante. Desde artistas como Mónica Naranjo, que encarnan una estética más potente y espectacular, hasta presentadoras como Emma García y Luján Argüelles, que proyectan elegancia y sofisticación en su vestimenta, trabajar con este variado grupo de celebridades es un testimonio de la amplitud del talento de Ortiz y su capacidad para adaptarse a diferentes estilos y personalidades.
El trayecto de María José Ortiz está plagado de experiencias extraordinarias, con cada puntada y cada diseño, su visión transforma la tela en relatos visuales y emocionales. Esta narrativa de creatividad y pasión se enfrentaron a un nuevo desafío en la pasarela de la Alicante Fashion Week, donde su destreza y visión se unieron para redefinir las reglas de la moda.
La colección para la pasarela de la Alicante Fashion Week se convirtió en el fruto de un viaje emocional para María José Ortiz. No se limitó a simplemente confeccionar prendas de los años 50; buscó encarnar las historias que siempre guardó en un rincón de su mente, se convirtió en su puerta a una época diferente. Entre los dobleces de las telas de seda, las lentejuelas y las viejas postales, María José encontró las historias de mujeres atrevidas, revivió las historias de un pasado glorioso que ahora cobraban vida en una pasarela del siglo XXI.
El trayecto de María José Ortiz está plagado de desafíos que marcaron su camino y un compromiso inquebrantable con la elegancia. Sus creaciones son mucho más que simples prendas, son historias tejidas con pasión, tenacidad y una inmensa humanidad. Su determinación y su visión han trascendido las barreras de la moda, convirtiéndola en un faro de inspiración para muchos. Con la certeza de que su arte seguirá dejando una huella imborrable, solo me queda desearle a esta excepcional diseñadora un futuro repleto de éxitos y reconocimientos que reflejen la grandeza de su talento y la belleza de su corazón.
Ahora se encuentra inmersa en la creación de un espacio de reencuentro emocional y empoderamiento de mujeres que han sufrido malos tratos a través de la costura. Un proyecto que le encanta y llena de orgullo, poder ayudar a las mujeres a recuperarse de sus daños emocionales, guiarlas y apoyarlas para que vuelvan a ser ellas mismas a través del arte de la costura que es tan especial. Algo que habla de la personalidad tan sensible y generosa de nuestra querida María José Ortiz.